miércoles, 23 de noviembre de 2011

ENFERMOS DE AMOR





Como bien dijera el comediógrafo griego Antífanes el siglo IV. A.C: "Hay dos cosas que el hombre no puede ocultar: que está borracho y que está enamorado".

Y es que la sensación de mariposas en el estómago, la desconcentración, la euforia, los latidos acelerados, la sudoración en las manos y los actos y sentimientos irracionales son síntomas inequívocos de un sólo mal: el amor.

Lo que nunca imaginó el dramaturgo es que ese territorio que fue por siglos dominio exclusivo de poetas y artistas y por ende, un tema despreciado por la ciencia, ahora es uno más de sus objetos de estudio. No sólo por la evidencia de que es un proceso bioquímico que genera desde sensaciones físicas intensas hasta distorsión de la realidad, sino también por las numerosas patologías que pueden convertir al amor en una verdadera pesadilla.

Muchos científicos comparan los síntomas del estado de enamoramiento con el cuadro siquiátrico denominado "desorden obsesivo compulsivo" (DOC), pues en ambos casos los procesos bioquímicos que ocurren en el organismo son similares.




Así lo comprobó un estudio realizado por la psiquiatra de la Universidad de Pisa en Italia Donatella Marazzitti, que indica que la serotonina- neurotransmisor que actúa como sedante en el cerebro- presenta niveles significativamente bajos en la fase más intensa del enamoramiento, lo que explicaría las reacciones ansiosas y agresivas del enamorado, que son equivalentes, en términos bioquímicos, a las de pacientes que presentan DOC.

Esto no significa que el amor sea considerado una enfermedad, pero sí que posee, especialmente en su primera fase, características similares a algunos trastornos sicológicos. Así lo explica la sicóloga del Sernam metropolitano y terapeuta familiar, Elena Andrade.

"En las primeras fases del enamoramiento la persona se encapsula. Adapta las características del otro a su ideal para que cumpla con sus necesidades. Así mismo resta importancia a aquellas que no le sirven", dice la experta, quien aclara que esta distorsión de la realidad es normal en los enamorados, pero que podría convertirse en patología si se transforma en algo permanente.

CELOS QUE MATAN

"La llamaba cada media hora para saber qué había hecho o con quién había estado. No la dejaba ir con traje de baño a la playa y a veces la obligaba a cerrar todas las cortinas de la casa para que sus vecinos no pudieran mirarla. Cuando mi hermana decidió dejarlo tenía claro que debía irse muy lejos y sin previo aviso, pues o él no la dejaría nunca en paz o esto podría terminar con uno de los dos muertos", dice Carla al recordar los celos patológicos de su cuñado.

Los celos se dan en la mayoría de la población como una manifestación psicológica de intento de control sobre un individuo: "la posesión del otro". Sin embargo existe otra categoría de celos que está caratulada como enfermedad. Cuando con razón o sin ella, un sujeto busca desesperadamente encontrar manifestaciones de infidelidad sexual y afectiva en su pareja. "No importa lo que haga o no haga el otro, porque siempre sus actos serán interpretados de manera distorsionada por la persona", dice Andrade. Este desorden puede conllevar, en los casos más extremos, a agresión física, asesinato y/o suicidio.

Estudios internacionales indican que personas con alteraciones en la tiroides suelen presentar celos patológicos porque están más predispuesto a sufrir obsesiones, manías y neurosis. Los celos también han sido asociados a cuadros de delirio paranoide.

MALES DE AMOR

En la actualidad algunos psicólogos se atreven a plantear una taxonomía de enfermedades del amor.

Una de ellas es la dependencia patológica interpersonal, desorden bastante común que explica por qué la gente se mantiene en relaciones tormentosas. "Me dice que soy fea, que le produzco asco. Cuando estamos en algún lugar público, me hace caminar adelante para que no lo vean conmigo, porque le da vergüenza", dice una paciente que sufre este mal.

Pese a lo nocivo de la relación, las personas no se atreven a ponerle fin por una incapacidad para resolver el abandono o la pérdida afectiva. Y la respuesta más frecuente para seguir con la pareja es: porque lo amo.

El "mal de amores", o depresión psíquica causada por una desilusión amorosa, también ha sido estudiado por la ciencia. De hecho hay una razón bioquímica que puede explicar el dolor de una ruptura amorosa.

Cuando un ser humano se enamora, su cerebro libera feniletilamina, sustancia que aumenta la energía física y la lucidez mental. Ante la desilusión, el nivel de feniletilamina se derrumba, y el cuerpo experimenta la sensación de depresión y tristeza. En términos sicológicos, este mal provoca un verdadero duelo en la persona, aunque la relación nunca se concretara.

Esta enfermedad es una de los principales motivos de consulta en la Clínica de Patologías del Amor de Bogotá, que incluye un módulo de emergencias, y que es atendida por cuatro sicólogos, algo impensado hace una sólo una década.

Y es que el mundo científico se ha tomado muy en serio el estudio de este tema. Sólo una cosa no ha podido descubrir aún: por qué una persona y no otra nos provoca ese bombardeo químico que nos vuelve locos (metafórica y literalmente). He allí el secreto y la magia de Cupido.

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